El cine confinado

Os propongo ver el divertido cortometraje "Al aullido" que forma parte de "Notodofilmfest" y la yincana de cine confinado, una convocatoria de vídeos inspirados en la situación que vivimos. Se trata de una historia original y amena que espero disfrutéis. En un debate abierto vamos a comentar el corto en sus aspectos técnicos, cómo está realizado, estrategias creativas, humorísticas y puntos más originales.



También hay que ver este otro corto -breve, creativo y con humor-: "La abuela chula", para continuar con un debate.

Recordar tipos de planos y de movimientos de cámara.
La importancia del conflicto en el lenguaje narrativo cinematográfico y cómo narrar con la imagen. 

Para terminar compartiremos alguno de los trabajos de los compañer@s que quieran que los veamos todos juntos. 



El lenguaje y el mensaje visual 
Apoyándose en Barthes, Acaso (2006) explica los dos niveles de lectura de una 
imagen: 
» Lectura denotativa. Se trata de una lectura meramente descriptiva, en la que los 
elementos que componen la imagen se identifican y describen de forma literal pero 
no se valoran ni se interpretan. 
» Lectura connotativa. Permite acceder al discurso contenido en la imagen. El 
espectador interpreta y dota de significado a la imagen en un proceso en el que 
intervienen factores tanto culturales como subjetivos. 
De esta forma, para comprender plenamente una imagen, debemos pasar de la 
lectura denotativa a la connotativa, siendo conscientes de cómo se construyen 
los mensajes a partir de los elementos que constituyen una imagen. 
Por tanto, el proceso de lectura connotativa requiere un conocimiento previo por 
parte del receptor, de cara a poder identificar los elementos formales, contextuales y 
culturales a partir de los cuales se construyen los mensajes y sus interpretaciones. De 
cara a estructurar el proceso de interpretación de una imagen, vamos a 
apoyarnos en el modelo de Panofsky sintetizado por Domínguez Perela (1993): 
» Análisis preiconográfico. Se reconocen los contenidos primarios o 
naturales de la imagen mediante la identificación de las formas representadas y 
de la narración básica que se desprende de las mismas (los escenarios, personajes y 
acontecimientos, como por ejemplo un paisaje con animales salvajes, un joven 
mirando por una ventana, un grupo de mujeres hilando, etc.) y el análisis de sus 
elementos formales. 
» Análisis iconográfico, en el que se revelan los contenidos temáticos 
secundarios o convencionales. Requiere un conocimiento previo de dichos 
contenidos, por ejemplo de los referentes literarios o históricos plasmados en la 
imagen. Por ejemplo, debemos tener nociones de mitología para identificar el mito 
de Aracne en Las hilanderas de Velázquez. 
» Análisis iconológico, en el que se interpreta el significado intrínseco
contenido iconológico. 
Profundicemos en cada una de ellas. 
Dijimos en apartados anteriores que el creador de una imagen selecciona la 
«realidad» para representarla o modelizarla. La imagen es configurada a partir de 
elementos como la elección del soporte y de los materiales, el tamaño, la escala, el 
formato, la iluminación (origen, tipo, orientación, temperatura, etc.), la textura o el 
color 
Sus diversos elementos constitutivos son organizados para dar lugar a 
composiciones equilibradas o desequilibradas, estáticas o dinámicas, lo que remite a 
su vez a conceptos como el ritmo, la simetría, la tensión visual, la preponderancia de 
líneas horizontales, verticales o diagonales, el encuadre, el peso, el movimiento, etc. 
Un análisis preiconográfico puro consiste exclusivamente en identificar y 
enumerar los elementos visuales y narrativos contenidos en la imagen dejando a un 
lado las referencias culturales, algo que en la práctica resulta extremadamente difícil. 
Sin embargo esto no quiere decir que el análisis preiconográfico se identifique con 
una lectura meramente denotativa. Analizar una imagen en profundidad desde un 
punto de vista formal supone una lectura tanto denotativa como connotativa
puesto que la forma como se combinan los elementos visuales remite a un 
discurso implícito (eso sí, de corte primario). 
Por ejemplo en un retrato el modo de presentar al retratado va a ser esencial a la hora 
de suscitar reacciones de agrado o desagrado. En una lectura puramente denotativa 
podemos identificar, por ejemplo, a una mujer sonriente ataviada de forma lujosa. Sin 
embargo en una lectura connotativa podemos interpretar cómo se potencia nuestra 
simpatía (o, al revés, nuestro rechazo) mediante la pose y los gestos del modelo, la 
iluminación empleada, el color, el encuadre, etc. Es decir, en el momento en el que 
estudiamos las normas compositivas y sabemos, por ejemplo, que una imagen 
simétrica, con profusión de líneas horizontales y una gama de azules proyecta 
equilibrio, estamos connotando. 
El análisis iconográfico supone entender el relato contenido en la imagen
Por ejemplo, solo si conocemos el episodio mitológico que suscita la obra Orígenes de 
la Vía Láctea de Tintoretto entenderemos la escena representada. Del mismo modo, 
nos permitirá saber que los pavos reales que se hallan en uno de los extremos de la 
imagen no se deben al capricho del artista, sino que son atributos de la diosa Hera. 
Dentro de los contenidos temáticos convencionales se incluyen las alegorías que se 
encuentran tras el relato. Por ejemplo, la estampa de Saturno devorando a sus hijos – 
pensemos por ejemplo en el cuadro de Goya– se relaciona con el tiempo que todo lo 
devora. 
El análisis iconológico supone interpretar por parte del receptor los contenidos 
implícitos en la imagen, para lo cual se debe partir del conocimiento del contexto en 
el que esta fue generada. Así, un estudio en profundidad nos permite acceder a 
contenidos relativos al sistema social y económico, a la misma psicología del autor de 
la imagen, a la ideología, a las creencias y valores, al modelo científico y tecnológico, 
etc. Dicho de otra forma, se trata de deducir los significados que subyacen en la 
obra más allá de su mensaje convencional. Así, Panofsky (1972:17) nos habla de 
síntomas culturales que reflejan «la actitud básica de una nación, un período, una 
clase, una creencia religiosa o filosófica». 

De cara a analizar estos elementos contextuales, debemos identificar entre otras 
cuestiones la procedencia de la imagen (¿quién la ha creado? ¿para quién?), el medio 
para el que ha sido destinada, su función (didáctica, publicitaria, propagandística, 
artística, etc.), el público al que se dirige, etc. Supongamos que nos encontramos con 
un retrato. Sus significados van a variar mucho si se trata de un retrato de un 
miembro de la realeza pintado por un artista de la corte, de una fotografía que 

acompaña a una noticia de prensa o de un modelo exhibido en una valla publicitaria

Comentarios